domingo, 26 de abril de 2015

La unidad del magisterio colombiano, logro de calidad.


Del Indicador Sintético de Calidad, al Indicador de Unidad del Magisterio.   

La jornada sobre el Día E traía, entre otros mensajes, una analogía sobre el fútbol, en la que se lee: “Todos estamos convocados a jugarnos el partido más importante de Colombia.” La Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación salió a la cancha, pero no a jugar el partido forzado por el MEN, sino a conversar con los hinchas de la educación pública, acerca del dubitable Indicador Sintético de Calidad y a reafirmar el color de la grama natural del estadio. 

 Un mes después del malogrado e improvisado certamen, FECODE convoca a sus bases a jugar otro importante partido por la defensa de la educación pública y por el pago del rezago salarial, cuyo estimativo supera el 28%. La cancha se llena de jugadores muy experimentados, fogueados en varios campos, en distintas épocas y en disímiles circunstancias. 

Los espectadores, conocedores del coraje y de la templanza de un quipo que tiene claro, –como lo enseñó Lao-Tsé-, que “un viaje de mil millas empieza con un paso”, y que ese paso comenzó hace muchos decenios con fatigas, historias, hambre, sangre, vilipendios, detenciones, amenazas, muerte y destierro, lo apoyan, porque saben que los resultados del partido favorecen, no solo al equipo sino a toda la hinchada, huelga decir, a la comunidad educativa y a quienes padecemos la desigualdad social impuesta por le capitalismo salvaje y tardío, encarnada en los gobernantes de turno. 

 El técnico del equipo contrario, aquel que impuso el partido en el Día E, a diferencia de los técnicos que conocen de fútbol, no ha hecho más que hablar mal del Pekerman, es decir de los maestros, creyendo que así ganará el partido. “La creencia es una negación de la verdad”, afirmaba Krishnamurti. Ignora la ministra que cuando Gina habla mal de María, más desdice de Gina que de María. Recusa que el buen técnico elogia al equipo adversario, no lo niega, ni lo subestima, al contrario lo reconoce como buen competidor.  

Los patrocinadores del equipo contrario al equipo del magisterio, se han dado cuenta de las falencias de su técnico y de la potencia de Fecode; por eso, hasta ahora no lo han desconocido sino que han manifestado que Fecode no quiere jugar, lo concitan a jugar, aducen que la cancha está abierta incluso el masajista o ministro de trabajo dijo que no nos van a castigar, aunque la directora técnica del equipo, protegida por los Santos terrenales, insiste en aplicar la pedagogía tradicional, no obstante el intento de copiar modelos educativos como el de Finlandia, Singapur y Corea, donde hace décadas dejaron atrás ese modelo. Ese es un Indicador real del síndrome de esquizofrenia social. 

Con respecto a los primeros minutos que han transcurrido del partido se puede colegir, que el equipo Ministerio tiene una dirección que adolece de madurez, conocimiento y altura en la confrontación y que, por los medios de comunicación, ha intentado desprestigiar al equipo contraatacante, así se raje públicamente en las entrevistas. En palabras de Eduardo Galeano, sigue imponiendo “la cultura del terror”, como en el SENA y con los estudiantes, porque prohibe decir lo que se piensa, prohibe hacer lo que se siente, humilla públicamente, amenaza con descuentos, insulta, dice mentiras y fomenta la cultura del miedo. Para la técnica del equipo contrario a FECODE, “la justicia es como la serpiente, sólo muerde a los descalzos” 

 Jugamos con calidad, pero no la que Usted quiere que practiquemos, ministra. Como pedagogos, nos interesa el proceso, el contexto, el desarrrollo del pensamiento y la personalidad de los niños y niñas, más que los resultados y menos si son para hacer escarnio público. Trampas como la abusiva simplificación del concepto de calidad, equiparándolo con el rendimiento o la productividad y evaluando con “un tipo de pruebas escasamente significativas de las tareas intelectuales más ricas” como comprender, analizar, comparar, opinar, crear, sentir, ser y pensar, no son de nuestro apetito.

Otra trampa es la confusión, consistente en distorcionar las condiciones que posibilitan la calidad con la calidad misma. Verbi gracia, los Ambientes Básicos y Complementarios de Aprendizaje, la relación alumnos-docente, los medios tecnológicos y didácticos, la caracterización familiar y social de los educandos, lo mismo que el estado de salud física, mental y emocional de ellos y de los maestros, la situación laboral y salarial de estos últimos, son, entre otras, condiciones que, en el caso de la educación pública, no están a la altura de las exigencias de los ideales del colonialismo neoliberal. ¡Pidiéndole peras al olmo!

La Distorsión, es otra trampa que deja al margen de la calidad elementos sustanciales a su definición, particularmente, los que tienen que ver con la ética y con los juicios éticos, es decir, los valores subordiandos al hegemónico rendimiento. En el partido que estamos jugando y en los que hemos enfrentado no le jugamos a estas trampas, porque el concepto de calidad ha nacido en el seno de la pedagogía crìtica, en el marco de una educación problematizadora, emancipadora, como Derecho. 

El discurso de la calidad, en palabras de Victoria Camps, "es propio de las sociedades desarrolladas, que no tienen que preocuparse por tener lo básico imprescindible, sino porque lo necesario sea mejorable".  Que el aire sea puro, que los productos alimenticios no tengan caduca la fecha de vencimiento, que el agua sea potable y que no haya tantos alumnos en un salón de clase, como en los países europeos y en Estados Unidos, son ejemplos ilustrativos para preguntarnos si en el tercer país más desigual e inequitativo del mundo es posible la calidad que exige la OCDE. ¡Su discurso de calidad, ministra Parody y presidente Santos, en esa racionalidad, es un discurso sin compromiso! 

La trampa de la simpliifcación, la trampa de la confusión y la trampa de la distorsión determinan la evaluaución impuesta por el MEN, de ahí que el magisterio se niegue a la manera y al sentido como se hace y se insiste en evaluar, tanto a estudiantes como a maestros, porque esa acción, así expuesta, clasifica, excluye, castiga, está fuera del contexto macondiano y es antiética. 

José Israel González B.
Bogotá DC, abril 26 de 2015.     


domingo, 19 de abril de 2015

Fracaso escolar: Siembra y la cosecha en el grado sexto


Metamorfosis, contexto, método del andamiaje y método de proyectos.

"La ley de la cosecha es cosechar mas de lo que se siembra. Siembra un acto y cosecharás un hábito.Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino". James Allen. 
  
Marzo, abril y mayo son tiempos de siembra, la siembra del año grande dicen los agrodescendientes. En la escuela la siembra comienza en enero y ya en abril se tienen los primeros frutos. Por eso, hoy vamos a conversar sobre la cosecha del grado sexto. Si nos atenemos a la apotegma de Allen, pionero de la autoayuda, recogeremos más de lo sembrado. En caso contrapuesto, la convocatoria es a dedicar tiempo a indagar por qué la ley de la cosecha no se cumplió y cómo hacer para que, en la siguiente recolección parcial, podamos arrancar más de lo sembrado. Consideramos que lo más coherente es partir de las particularidades del sembradío; luego, nos adentramos en las expectativas de los sembradores; enseguida examinar la colecta y, finalmente, aportar algunos insumos para: regenerar la semilla, surcar más profundamente el terruño, potenciar mas a los labradores y, alertar a los colindantes respecto a lo ocurrido con la siembra y con la recolección.

El ser del sembradío 

Los niños del grado sexto son unos seres humanos sentipensantes, como nos lo legaron los extintos Fals Borda y Eduardo Galeano, son sujetos que hablan, escriben, leen distintos lenguajes, sienten, curiosean, receptan, son vivaces, aman, comen, imaginan, crean, les gusta el colegio, tienen voluntad, corren, juegan, gritan, cargan en sus hombros las propias motivaciones, deseos e intereses. Y los más importante: confían en quienes los guiamos, es decir, en los labradores del sembradío escolar.

El 100% de los discentes del grado sexto prorrumpieron de una madre, no hay fertilización in vitro, el nacimiento de la mayoría fue en hospitales de la ciudad; en la actualidad, cuentan, el 90 %, con su progenitora biológica; el padre, en una proporción superior al 60% está ausente; los dos, marido y mujer, juntos o separados, en menos del 10%, tienen un empleo indefinido, los restantes viven del rebusque en la economía informal; cerca del 65% de los alumnos proviene de hogares que subviven con menos de dos dólares a día, al igual que millones de personas en el mundo, tal como lo muestra el mismo Banco Mundial. El 95% llega a píe al colegio; el desayuno, para el 85%, no pasa de ser una bebida caliente y una harina; el consumo de proteína y de antioxidantes es muy exiguo; hay un 10% de alumnos que manifiesta no desayunar, “porque no hay con qué profe” y "porque como el colegio da refrigerio”.

Estamos hablando entonces de unos educandos que descienden de familias monoparentales, pobres económicamente, desaventajados en capital cultural, deseosos de permanecer en el colegio para “pasarla bien”, “encontrarse con los amigos” y “a raticos estudiar”. Empero, en palabras del autor de Las Cenizas de Ángela, su mente es un tesoro: "podréis ser pobres, llevar los zapatos rotos, pero vuestra mente es un palacio". Esa es parte de la semblanza sociocultural de los alumnos del primer peldaño del ciclo 3, de un colegio de Macondo que, acudiendo a otra analogía, es el pedúnculo de la adolescencia. Ahora, nos detendremos en ese pedúnculo, para recordar el tránsito de la primera infancia a la infancia intermedia, donde la heteronomía empieza a movilizarse, a dejar su sedentarismo para avanzar al  nomadismo de la autonomía.

“Es urgente aprender con todo el cuerpo”, anota William Ospina (2014, 50) en: “Carta al maestro desconocido, de ahí que permítannos recordar que la adolescencia, según la OMS, es el período comprendido entre los 10 y 19 años, ahí tenemos inmersos los estudiantes de Básica y Media o si se quiere del Ciclo 3 al Ciclo 5. La pubertad o adolescencia inicial, en la primera fase, comienza normalmente a los 10 años en las niñas y a los 11 en los niños y llega hasta los 14-15 años, ahí están ubicados nuestros alumnos de 6 grado. La adolescencia media y tardía se extiende desde los 15 a los 19 años, lugar para los escolares de los ciclos 4, 5 y algunos del 3. En leyes recientes sobre menores, en Colombia, la adolescencia fluctúa entre los 14 y 18 años. Según esta designación, los estudiantes, sujetos de esta reflexión, no caben en el concepto legal, no obstante, se engloban como niños y niñas, denominación que la Legislación define para los colombianos cuya edad oscila entre los 0 y 12 años. Luego, estamos frente a un grupo de espigas verdes y capullos menores, y todo lo que ello implica para la enseñanza, el aprendizaje, la socialización y el desarrollo de la personalidad.

Ahora bien, “a ojo de buen cubero”, en el aula de clase de los estudiantes aludidos, percibimos personalidades de niños, que en palabras de Vygotsky (1973), corresponden a la Zona de Desarrollo Próximo y también a la Zona de Desarrollo Potencial, en cuanto a la adolescencia se refiere. Muchos ya están en una situación metamórfica, muy traumática por cierto, en la que se perciben cambios en el crecimiento físico, en el desarrollo psicológico y emocional, de ahí la importancia de superar el aspecto netamente cognoscente y teórico. Es la fase del desarrollo humano situada entre la infancia, tal como quedó dicho, y la adolescencia inicial. Esta transición es tanto anatómica como psíquica, por lo que debe considerarse un fenómeno biológico, cultural y social altamente complejo.

En la adolescencia temprana, para ambos géneros, pareciera que no hay gran desarrollo manifiesto de los caracteres sexuales secundarios, pero suceden cambios hormonales a nivel de la hipófisi, como el aumento en la concentración de gonadotropinas (hormona folículo estimulante) y de esteroides sexuales, de ahí el marcado interés por su manifestación sexogenital, a través de los juegos, el contacto e incluso las disputas. Seguidamente, aparecen cambios físicos, sobre todo transformaciones observadas en la glándula mamaria de las niñas, los cambios genitales de los varones y el vello pubiano en ambos, hechos auspiciadores de aquello que denominamos “pena” y que tanto determina las decisiones de los escolares.

Bueno ¿Y por qué traemos estas referencias a nuestra conversación? Simple y llanamente, porque todo eso hace parte de las éticas de la sexualidad, porque influye en el comportamiento de los educandos, en sus lenguajes, aqueja la autoestima, trastorna las relaciones bien sea con la pena, la disrupción o llamando la atención “molestando”, jugando bruscamente, en todo caso queriendo lenguajear: “algo me está pasando…póngame cuidado”. La baja autoestima, la timidez, los trastornos relacionales y la disrupción, coadyuvan con el llamado “bajo rendimiento académico” o, como se expresa en el argot popular: estudio. Eso es poco significativo para los adultos, pero para las las espigas y los capullos es bastante perturbador.  

La acidez del terreno

Haciendo un estudio de laboratorio, in situ, con los educandos de grado 6º encontramos que las materias que menos les gustan, en su orden, son: Matemáticas (26%), Inglés (18%), Ciencias Sociales (16%) y Español (15%). E. Física (2%), Artes (2%) e Informática (3%). Notemos que Educación Física, Artes e Informática ocupan los porcentajes más bajos en esta apreciación. Ciencias Naturales y Medio Ambiente alcanzan el 12% de favorabilidad. Probablemente, con las afinidades expuestas nos estén recordando la sentencia de Confucio: “lo escuché y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí”   

En lo concerniente al nivel de dificultad en el aprendizaje, Matemáticas alcanza el 29%, Química 3%, Artes 2%, Inglés 20%, Ciencias Naturales 8%. Cuando nuestros estudiantes aludidos no entienden, el 25% pregunta en casa, el 5% indaga por cuenta propia, el 54% le pregunta a sus compañeros, el 20% estudia apuntes y el 32% recurre al profesor. En cuanto a las dificultades en el ritmo de aprendizaje, 59 de cada 100 estudiantes manifiesta desmotivación; 14 expresan problemas de visión, 15 falta de concentración, pereza 13, angustia 9. Esto es apenas una parte de la acidez del terreno en el que estamos sembrando la semilla del conocimiento, edificando valores y cultivando emociones. Digamos que estamos ante el ser de nuestros alumnos en el colegio, reconociendo que falta aportar lo atinente a la salud, oral,  mental y anatómica. 

Del no ser o Zona de Desarrollo Potencial

En el terreno que nos estamos moviendo, huelga decir los niños y las niñas de sexto grado y también de otros grados, se hace más alarde a las falencias que a la capacidades de los educandos. Volviendo a Vygotsky, implícitamente se reconoce que los educandos están en la Zona de Desarrollo Real, o si se quiere, en un desarrollo incompleto en el que necesitan la ayuda del adulto para avanzar, cual infante que sabe montar en un triciclo y quiere aprender a montar en la bicicleta. La primaria es el triciclo y el bachillerato la bicicleta.

El desarrollo real o proximal está en el saber montar triciclo o en los saberes de la primaria y del contexto; mientras que aprender a montar en bicicleta es la Zona de Desarrollo Potencial, para lo cual requiere de la ayuda del adulto, de tal modo que pueda moverse más rápido en el bachillerato. La pregunta entonces es si los profesores del Ciclo 3 y siguientes están apoyando decididamente y acompañando afectivamente el aprendizaje de los educandos, en la bicicleta; y, si los educadores de preescolar y primaria están afianzando el montaje en el triciclo, para que el ejercicio de pedalear la escritura, la lectura, la aritmética y demás componentes del currículo formal, no genere traumatismos en la montada en bicicleta. Igual lo atinente a valores, hábitos y disciplina positiva, aquello que según Yokoi Kenji nos hace falta a los colombianos. A esta pegunta no puede ser ajena la familia.

Expresiones generales o si se quiere juicios de valor expuestos, sobre los estudiantes como: “son una porquería”, “son perezosos” “nos hacen las tareas”, “no ponen cuidado” “les dice uno y no hacen caso” , “no asisten a clase”, “evaden a toda hora”, “son desordenados”, “son demasiado cansones”,  “quieren todo fácil y ni así”, “los papás no les ponen cuidado, son unos irresponsables”, “los padres son despreocupados”, “no tiene normas de cortesía”, “son vulgares”, “groserísimos”, “no saben escribir”, “no les gusta leer”, “uno les dicta y no saben copiar”, “los pone uno a que lean un parrafito y no son capaces”, “para molestar si tienen habilidades”, “no quieren sino estar jugando a toda hora”, entre un largo etcétera, impugnan las calificaciones del primer periodo 2015, para discrepar en unos casos o para ratificar en otros.

De 154 alumnos calificados, más que evaluados, dentro de los cuales hay 25% de repitentes, 4% con déficit cognitivo y un 15% originarios del programa de Aceleración del Aprendizaje, el 100% aprueba democracia; pero el 75% pierde emprendimiento y 66% no pasa ética; no obstante, en Artes, Informática y Educación Física aprueban 89%, 88% y 79% respectivamente, ratificando lo expuesto en “la acidez del terreno”. Además, deja al descubierto imprecisiones en los juicios de valor al generalizar; porque si el 100% aprueban democracia ese es un contraejemplo a la exageración -acudiendo a la Programación Neurolinguística-, como lo es el alto porcentaje de escolares aprobados en unas áreas y los pocos que pasaron Ética y Emprendimiento.

Ligado a este análisis está la hipótesis esbozada por algunos docentes en la que se aseveraba que un estudiante, al repetir el año, tomaba conciencia y eso le serviría para no redundar la historia. La evidencia es que menos del 8% de reprobados, en el grado sexto, del colegio macondiano, han solicitado promoción anticipada, más del 90% han mostrado desinterés por el particular y más bien han exteriorizado acomodamiento en el curso: "aquí la estamos pasando chevre" 

A partir del concepto de  Zona De Desarrollo Próximo, de Vygotsky, David Wood y Jerome Bruner postularon la teoría del andamiaje. Esta teoría, para quienes no lo recuerdan, postula que en una interacción de tipo enseñanza–aprendizaje, “la acción de quien enseña está inversamente relacionada al nivel de competencias de quien aprende”; dicho de otro modo, cuanta mayor dificultad se presente en quien aprende, más acciones necesitará de quien  enseña. He ahí el punto de nuestro accionar ante los resultados de la cosecha, porque estos síntomas evidencian dificultades en quienes están aprendiendo y nos genera preguntas, a quienes enseñamos, por la manera como lo estamos haciendo, por el sentido de la misma y por los medios que usamos.

Si queremos que los estudiantes en cuestión, los que anteceden y los que están en grados superiores,  dejen de ser “una porquería”, superen la pereza, hagan las tareas, pongan cuidado, acaten las indicaciones, no evadan clase, sean ordenados, no sean cansones, los estimule lo difícil y lo fácil, tengan pautas de cortesía, sean cultos y no vulgares, lean no para el profesor, escriban y no copien solamente, jueguen con el conocimiento y no como disciplina negativa, entre otras demandas, es urgente replantear algunas metodología de trabajo didáctico y aplicar el postulado de la teoría del andamiaje y adentrarnos en el método pedagógico de proyectos, que dista bastante del concepto de proyectos que hoy se maneja en los colegios, dado que el enfoque, aunque se bautizan como proyectos pedagógicos transversales, su esencia está dada mas desde la empresa que desde la pedagogía. No sobra volver a los libros de Lorenzo Luzuriaga (1971, 242).

Los fundamentos del método de proyectos, según su creador, John Dewey (1959), se halla en la filosofía de la vida, en la filosofía pragmática, en la que el estudiante sea sujeto activo y no pasivo en el proceso. El proyecto debe emerger de la realidad de los educandos y no de la ley ni del exclusivo deseo de los adultos. En ese sentido, el método que se propone parte de una “situación auténtica de experiencia, una actividad continua en la que el alumno esté interesado por su propia cuenta”. Dentro de la situación se debe desarrollar un problema auténtico, como un estímulo para el pensamiento. El alumno, inmerso en la situación y en el desarrollo del problema, maneja información y le corresponde hacer las observaciones necesarias para afianzarla. Las soluciones sugeridas se le ocurren al escolar “lo cual le hará responsable para desarrollarlas de un modo ordenado". Finalmente, el educando tendrá “la oportunidad de comprobar las ideas, por su aplicación, para aclarar su sentido y descubrir por si mismo su valor”.

Por último, si este caballo nos ha traído hasta acá, como lo escribió Cervantes, tendrá que devolvernos a alguna parte. El retorno es al sembradío, a reconocer los frutos recolectados en la cosecha y a la mejora de la misma. Dicho de otro modo, en la reflexión se han puesto en escena una serie situaciones que afectan la calidad y la cantidad de la cosecha en el grado sexto, de muchos colegios de Macondo, pero también un sinnúmero de potencialidades y alternativas que pueden cualificar la semilla, el sembradío, los medios y a los labradores. ¡El sembradío sigue fértil, la herramienta está en sus manos,  la semilla en su mente y en su corazón, los cambios en su actitud: maestro, maestra, directivo, estudiante y padre de familia!  "Es posible sentir con los ojos, cuando no se están mirando de lleno las cosas", apunta Carlos Castaneda (1993, en las Enseñanzas de don Juan. 

Algunas fuentes citadas.

DEWEY, Jhon (1959) El niño y el programa escolar. Mi credo pedagógico, Buenos Aires, Argentina.
CASTANEDA, Carlos (1993) Las enseñanzas de don Juan.  México, FCE.
OSPINA, William (2014) Carta al maestro desconocido. Bogotá DC, editora géminis.
VYGOTSKY, L. (1973) Pensamiento y Lenguaje, Buenos Aires, editorial Pléyade.

José Israel González B.
María del Pilar Herrera.
Bogotá DC, abril 18 de 2015

sábado, 4 de abril de 2015

Desobediencia civil, obediencia gremial


Del Deber de la desobediencia Civil

“No me niego a pagar los impuestos por ninguna razón en concreto; simplemente deseo negarle mi lealtad al Estado, retirarme y mantenerme al margen…pero me interesaría conocer las consecuencias que tendría mi lealtad” H.D. Thoreau.

El Comité Ejecutivo de Fecode, a través de la circular No 11, del 20 de marzo del año en curso, convocó a los trabajadores de la educación colombiana a: “enarbolar una campaña nacional de Desobediencia Civil”, ante las arbitrarias decisiones que viene acometiendo el gobierno de La Prosperidad Democrática, con la escolaridad y todo lo conexo con ella. Loable la medida de los directivos de la Federación y de sus sindicatos filiales, que nuevamente acuden a esta acción de rebeldía; no obstante, vale la pena acotar una reflexión sobre el particular, en pro de la cualificación de la organización magisterial y de la sostenibilidad del concepto.

El sentido nato de la Desobediencia Civil

Sobre el Deber de la Desobediencia Civil fue un discurso pronunciado en el año 1848, por Henry David Thoreau y editado, como ensayo, en 1849, por la revista Aesthetic Papers. Es la deliberación acerca de la experiencia de uno de los cinco hombres más significativos de Estados Unidos, junto a Whitman, el poeta maldito y a Emerson. En la literatura también se divulgó como: “Resistencia al Gobierno”, “Los derechos y deberes del individuo con respecto al gobierno”.

El contenido tiene como trasfondo la Guerra de México (1846-1848) y está precedido por otro elaboración: “Vida sin principios”, que es la radiografía de los Estados Unidos de mediados del siglo XIX. Está también “La esclavitud en Massachusetts”, la “Apología del capitán John Brown” y la Ley de Esclavos Fugitivos en la que se endurecían las medidas de fuerza, para que los negros evadidos y refugiados, en estados libres, fueran devueltos a sus “legítimos” propietarios.

El “aristócrata del espíritu” como lo denominó Henry Miller, apoyado en las concepciones de Lawrence, se indigna ante la prepotencia, la agresividad y la marrullería de la nación norteamericana contra el país vecino y denuncia el ataque a México, critica los procedimientos, desvela los trucos y va a la cárcel, pero se pasa seis años sin pagar los impuestos, que alimentan esa política gubernamental del jingoísmo, con la que él no estaba de acuerdo y por eso protesta.

Anterior a: Sobre el Deber de la Desobediencia Civil, Thoreau consumó dos actos de desobediencia. El primero, cambiar su nombre, al egresar de Harvard, sin acudir a un nuevo registro civil, sin protocolizar nada y sin atender asuntos legales. Ya no le llamaran David Henry sino Henry David, irreverencia reprochada por los vecinos de Concord. El segundo, fue negarse a pagar sumas de dinero para mantener al clérigo, que oficiaba liturgias a las que asistía su progenitor.  “Me negué a pagar, pero lamentablemente otro decidió hacer el pago por mi. No veía por qué el maestro tenía que contribuir con sus impuesto al sustento del clérigo y no el clérigo al del maestro…No veía por qué la escuela carecía del derecho a recibir impuestos del Estado, mientras que la iglesia si los tenía…”

Thoreau, a cambio de agradecer el gesto del contribuyente, como suele ocurrir en algunas circunstancias, redactó una declaración diciendo: “Sepan todos por la presente que yo, Henry Thoreau, no deseo ser considerado miembro de ninguna sociedad legalmente constituida, en la que no me haya inscrito personalmente”. La iglesia, desde ese momento, no volvió a requerirle el impuesto.

Henry David, era un tipo de persona, que al decir de Miller, “de haber proliferado, hubiera provocado la no existencia de los gobiernos”. “El mejor gobierno es que gobierna menos” (¡y en Colombia apoyando reelecciones!). Tenía la voz, la palabra y la calle, no aspiró a cargo político alguno, ni a prebendas o sinecuras en ningún pesebre, denunció la esclavitud abiertamente y eso no lo inhabilitó éticamente para atuar con libertad. Fue un hombre libre. Gandhi, en una misiva al presidente F.D. Roosevelt, le confesaba que dos de los pensadores más influyentes en su formación eran Emerson y Thoreau.    

 Sobre la obediencia civil y la desobediencia del magisterio colombiano

La principal causa que defendió Thoreau fue la justicia. En ese sentido, la semblanza expuesta, “Sobre el Deber de la Desobediencia Civil”, conduce a preguntar cómo se comprende el “…enarbolar una campaña nacional de Desobediencia Civil frente a estas arbitrarias medidas” en el marco de la Del deber de la Desobediencia Civil. O, dicho de otro modo, ¿Es justa la denominación de Desobediencia Civil a un acto como El Dia E, en el que el Estado promulga una ley para su realización y nadie, en la práctica, se rebela contra ella en forma original? ¿Hubo, en el Día E, convocado por el Ministerio de Educación Nacional, Desobediencia Civil, obediencia magisterial o desobediencia curricular? ¿la organización gremial, el magisterio y las comunidades educativas concoen a profundidad lo que hay detrás del Día E, en la polítca económica y social del gobierno y cómo se inscribe en la historia de la educación colombiana? 

Hasta ahora se percibe triunfalismo de parte del MEN y del lado de Fecode.  Para la ministra “los maestros están contentos” con las políticas que viene implementando, el indicador se va constituyendo y, para la organización gremial, el magisterio desobedeció las indicaciones de la ministra. “A ojo de buen cubero” y desafiando los afectos de muchos colegas por no escribir lo que quieren leer, hubo un hibrido, mutó el magisterio cual centauro entre la obediencia y la desobediencia: en la cabeza, en los brazos y el torso encarnó la primera; en el cuerpo y en las patas del caballo tuvo lugar la segunda. No obstante esta protuberante mutación, no hay duda de que en pocas instituciones el centauro no se vio como tal: hubo total cumplimiento de las directrices de Fecode o del ministerio, pero no el híbrido.  Solamente un informe concienzudo y riguroso de Fecode nos aclarará lo sucedido.

Mientras tanto, se podría aseverar, a manera de hipótesis, que si la Fecode hubiese tomado en serio el Deber de la Desobediencia Civil, “el derecho de las cosas”, como se expresa en el argot campesino, hubiese sido oponerse a la orden del ministerio de licenciar a los niños en los colegios públicos. No acatar el Decreto 325 de 2015. Direccionar al magisterio a asistir a sus clases, a trabajar con estudiantes y comunidad educativa sobre los complejos problemas de la educación. Esa hubiese sido la salida más elegante, el mejor precedente, en este tiempo, “la indignación ética”, parafraseando a Merleau-Ponty, en la lucha por la dignificación del magisterio y en defensa de la educación pública.

Vienen en camino otras oportunidades, para las cuales el Comité Ejecutivo de Fecode, la Junta Nacional y las directivas sindicales deben preparar a las bases, tal como se hizo, a finales del último decenio del siglo XX, contra la Evaluación sanción contenida en el Plan Nacional de Desarrollo del presidente Andrés Pastrana.  Dentro de las oportunidades factibles estaría precisar el nombre del acto, que literalmente no es Desobediencia Civil, sino Desobediencia Curricular, porque se trata de no acatar la realización de unos indices, de no desarrollar una agenda impuesta, ni siquiera es desobedicencia laboral, porque concurrimos al trabajo. 

El escritor estadounidense desobedeció al Estado como persona natural, como ciudadano, no como funcionario público. En ese posible camino de oportunidades que puede allanar Fecode, está el de allanar la senda para que la sociedad colombiana sea alfabatizada respecto al significado y la efectividad quela Desobediencia Civil puede tener en nuestro contexto, donde los impuestos pululan y siguen incremnetandose. Despertar la conciencia nacional acerca de "las consecuencias que ha tenido la lealtad ante el gobierno y frente al Estado el actuar pasivamente pagando la cantidad de tributos y guardando silencio ante tanta injusticia.   

Bertolt Brecht sostenía que: “la mejor critica a un río es construirle un puente”. El puente para este sediento río es la invitación fraterna a los directivos del magisterio a que, al estilo del ensayista estadounidense, pronuncien las reflexiones a los cuatro vientos, las escriban para elevar su nivel político y el de las bases magisteriales. 

“Creen los que mandan que mejor es quien mejor copia”, apunta Eduardo Galeano. Los escribanos existieron en el siglo XVII y cumplieron su papel, propio de la época. Los maestros no somos copiones sino creadores. “La principal y decisiva actividad transformadora es la actividad creativa, aquella capaz de introducir efectivas novedades históricas”, se lee en Descolonizar (Zibechi, 2015). 

A la dirigencia de Fecode no le queda otro camino sino estudiar lo que significa la Desobediencia Civil y recrearla, en una época distinta a la del escritor norteamericanos, para orientar de manera correcta a las bases, para no improvisar, para no hacer lo que se le critica al príncipe y a la princesa. La herramienta que dejó Thoreau no se puede desgastar, tampoco degradar; al contrario, se requiere darla a conocer a los nuevos maestros, recordarla a los antiguos y potenciarla tal como se intentó hacer lustros atrás con paros, marchas, asambleas permanentes, huelgas de hambre, tomas y eventos académicos. ¡Colombia necesita rebelarse ante tanta injusticia, corrupción, impunidad, impuestos y presupuesto para la guerra!. 

Fecode no debe lamentarse porque solo una minoría acatamos cabalmente la directriz pero tampoco cruzarse de brazos; pues esa minoría no se debe valorar por la cantidad de cuerpos y de sentidos, como diría el insurrecto norteamericano, sino por la conciencia intelectual y moral de esa minoría cualificada, que sobrevive en le gremio, que debe potenciarse y ensancharse. “El Estado nunca se enfrenta voluntariamente con la conciencia intelectual o moral de un hombre sino con su cuerpo, con sus sentidos. No se arma de honradez o de inteligencia sino que recurre a la simple fuerza física”, argüía el autor del Deber de la desobediencia Civil. 

“La democracia no es el derecho de la mayoría, es el derecho del otro a diferir”, apuntaba Estanislao Zuleta (1997). Esa es la democracia que vale la pena defender o alcanzar, pero afianzando la conciencia, porque la conciencia está herida, demanda asistencia y cuidados de la dirigencia sindical. “El consenso es más importante que la democracia, porque esta somete a las minorías”, escribe Choquehuanca, a propósito de una nueva propuesta emancipadora que camina por América: Sumak Kausay. Fecode no puede dejar que el cuerpo y las patas del centauro sean absorbidas por la otra parte del mismo, el cuerpo y las extremidades del caballo deben ascender en la lucha como el Ave fénix, porque “el príncipe sabe comportarse como hombre y como bestia”. 

A propósito de El Príncipe, en sus primeros 500 años, finiquitemos esta perorata diciendo, que al magisterio “es fácil convencerlo de algo, pero difícil mantenerlo fiel a esa convicción, por lo cual conviene estar preparados de tal manera que, cuando ya no crea, se le pueda hacer creer." La tarea de Fecode es: creer y hacerle creer al magisterio Sobre el Deber de la Desobediencia Civil, para "superar la distancia de cómo se vive a cómo se debe vivir", volviendo a El Príncipe. Parafraseando a Frantz Fanon (1963), los gobiernos han inferiorizado al magisterio, pero el magisterio no está convencido de su inferioridad.

Algunas referencias.

FANON, Frantz (1963) Los condenados de la tierra. México, FCE.
MAQUIAVELO, Nicolás (2002) El Príncipe. Madrid, Alba libros.
THOREAU, Henry David (1987) Desobediencia Civil, Madrid Editorial Tecnos S.A
ZIBECHI, Raúl (2015) Descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas emancipadoras.  Bogotá DC, ediciones Desde Abajo.
ZULETA, Estanislao (1997). La Educación un campo de combate. Cali, FEZ.

José Israel González Blanco
Trabajador social. Colegio Nuevo Horizonte. Bogotá, Colombia.
 Bogotá DC, abril 4 de 2015