sábado, 27 de junio de 2015

Reorganización curricular por Ciclos: ¿Un retorno a la cartilla Charri?


La propuesta de Ciclos en Bogotá.
Cosmética, ecléctica, retrograda e irrespetuosa con el saber pedagógico de los maestros.

”La ruta de resolución de problemas y de desarrollo del pensamiento crítico propuesta por la SED toma como referente la taxonomía de Bloom, que se ha convertido en una herramienta importante para conocer la estructura y el proceso de aprendizaje”. Secretaría de Educación de Bogotá DC (SED), 2015, pag. 37.

Esta cita, tomada de un sicodélico documento parcelador, de 268 páginas, titulado: “Reorganización Curricular por Ciclos: Ruta para la consolidación de planes de estudio, en el marco del currículo para la excelencia académica y la formación integral”, denuncia, tanto en la cromática forma como en su superfluo fondo, el retroceso, la ignorancia, la falta de rigor académico y las peregrinas intenciones de una Secretaría de Educación que se precia de ser la más avanzada del país. 
  
Cosmética, retrograda e irrespetuosa con el saber pedagógico.

Probablemente los maestros en ejercicio que se están cualificando en los postgrados y los que se están formando en las Escuelas Normales y en la Facultades de Educación de Colombia y del mundo, incluso algunos en ejercicio, muy poco o nada sepan del autor de la Taxonomía de los objetivos de la educación, entre otras razones, porque los avances de la ciencia, la tecnología y la consolidación de la pedagogía, como un campo del saber disciplinar, han desplazado la postura de Bloom, expuesta y aplicada hace cerca de medio siglo. Juan Delval (2013, 134), en: La educación democrática para el siglo XXI, apunta: “En una época lejana se discutía sobre los objetivos de la educación, luego… capacidades o habilidades…mas recientemente han aparecido los profetas de las competencias…pero por ese camino no se abordan los problemas fundamentales, que tienen que ver con lo que pretendamos alcanzar mediante la educación, con el tipo de ser humano que se pretenda formar”.
  
Si hubiese coherencia en las políticas de la Bogotá Humana, en cuanto a la escolarización se refiere, todos los esfuerzos en la formación de los maestros deberían tener, entonces, como Norte, el Diseño Instruccional, ingeniado por el sicólogo norteamericano, tal como lo hicieron la Universidad Pedagógica Nacional y la Universidad de Antioquia, las secretarías de Educación y el Ministerio del ramo, en los decenios del 60 y 70, del siglo pasado. Mientras que en los colegios los docentes le enseñan a sus estudiantes las normas de la American Psychological Association (APA), el documento no da atisbos sobre estas exigencias académicas de rigor. Ya se sabe -tecnócratas de la Secretaría de Educación de Bogotá DC- "que la única pedagogía es la pedagogía del ejemplo”, escribe William Ospina (1997, 46) en La Franja Amarilla
 
Afortunadamente, la realidad académica y la praxis escolar muestran otros matices; no obstante, la fractura y la incongruencia en la política educativa, del Distrito Capital, se hace evidente en discursos eclécticos, poco documentados como el de la Reorganización Curricular por Ciclos, cosméticos y ajenos al Discurso Pedagógico del cual Mario Díaz (1993) hace una amplia disertación; al “saber docente”, categoría conceptual instaurada por  Elsie Rockwell (1986); a la” pedagogía como saber que le concierne al docente” según el grupo Federici (1994); lejano a la perspectiva sistémica de Carlos Eduardo Vasco (1997), distante de la pedagogía Conceptual de los hermanos De Zubiría (1987); menos afín a la Enseñanza como acontecimiento, del profesor Alberto Martínez Boom (1990) y el Grupo de las Prácticas pedagógicas; y, nada que ver con el maestro como trabajador de la cultura, legado del Movimiento Pedagógico (Rodríguez, 2002), ni con la Escuela desde la Educación Popular ( Mejía, 1989).

Quienes hace 50 años fuimos sumisos alumnos en la escuela rural y en la escuela urbana, paladeamos el Diseño Instruccional: una mixtura entre conductismo y positivismo. La letra con sangre, lágrimas y sufrimiento nos entró. Luego en la Normal aprendimos, de manera obligada, a elaborar objetivos conductuales, medibles y cuantificables. Los verbos comprender, entender, conocer y todos los relacionados con lo intangible, lo inconmensurable y lo inexperiencial no podían escribirse en las planillas de práctica, porque auguraban baja calificación y desautorizaban la realización de la práctica pedagógica contenida en el currículo. Empero, en el sicodélico documento (p 33), en una rampante confusión de sus autores, usan el verbo comprender para enunciar un propósito que no es más que un objetivo, contrario a los postulados de Bloom. Los propósitos no tienen la estructura de lo cognitivo, lo afectivo y lo sicomotor, como si lo tienen los objetivos, pero en el ejemplo aluden a un propósito, relegando y desdibujando aquella escala jerárquica y lineal propia del modelo: fines, propósitos, objetivos, actividades y actualmente logros e indicadores de logros.

Más allá de la discusión menuda que suscita el documento parcelador, la propuesta de retroceso interpela los contextos: uno, el de la época en que tuvo lugar la creación del Diseño Instruccional, el imperio del  conductismo, el dominio de la corriente positivista y la puesta en marcha de la Pedagogía Tradicional en las políticas educativas. En los años 60 y 70 Colombia era un país con vocación rural, hoy se ha invertido la proporción a favor de lo urbano. Los tableros eran de madera, con tiza y almohadilla; hoy se cuenta con hojas y tableros electrónicos. Los ambientes de aprendizaje tenían como modelo la factoría: la campana para indicar el ingreso, el recreo y el egreso, las plantas físicas de un solo piso, con acueductos y alcantarillados incipientes e inexistentes en muchos casos; se estudiaba todo el día, sin uniforme, de lunes a sábado y el domingo tocaba ir a misa, oírla de píe, comulgar y hacer resúmenes de las lecturas. Los libros infaltables eran: el Catecismo del padre Astete, la cartilla Charry, el Programa de Enseñanza (1710 en primaria y el 1002 en bachillerato), la historia sagrada, en algunas partes la Historia Patria, la Alegría de leer y el periódico El Campesino. Un profesor, normalista rural, al estilo de la Escuela Lancasteriana, instruía en tres o cuatro cursos en primaria. El libro más obsceno: la anatomía que se estudiaba en cuarto bachillerato con la cabeza agachada. Las scertarías eran de "Instrucción Pública Departamental", no de eEducación 

Actualmente, las condiciones tienen otro rostro, fisionomía para la cual el cosmético que aporta la SED es tóxico. El modelo conductista ha sido superado ampliamente por el cognitivismo, al menos en la teoría; la escuela positivista se ha revaluado por las escuelas estructuralistas, funcionalistas y por la teoría crítica legada del Marxismo. La pedagogía tradicional ha estado asfixiada por la Escuela Activa, el Constructivismo, las Pedagogías Críticas, el Aprendizaje Significativo, la Enseñanza para la Comprensión,las Inteligencias múltiples,  entre otras opciones pedagógicas y didácticas. Las didácticas han avanzado apoyadas en la gleba de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación. Las neurociencia está haciendo lo también lo suyo.

En Colombia se ha prosperado tan significativamente, en la producción pedagógica y didáctica, que se ha vuelto un país de obligatoria referencia en el continente, por su alto nivel de producción académica y experiencial en lo pedagógico. No obstante este reconocimiento, el cromático parcelador de la SED es pobre en la apropiación nacional. Expresiones de los maestros y de investigadores de la educación y la pedagogía, como el Movimiento Pedagógico, iniciado en 1980; la Expedición Pedagógica Nacional, que brota en los 90; los Centros e investigación en educación de algunas universidades y de las elaboraciones de los maestros y organizaciones, verbi gracia el Centro de Estudios e Investigación Docente –CEID, el Correo Pedagógico, la Revista Educación y Cultura y algunos programas radiales, de televisión, libros publicados, web y blogs de maestros, no existen para la SED. Así que, el eslogan “orgullosamente maestros”, no deja de ser un discurso sin compromiso para la SED, en la praxis.

“Buen vivir”, ausencia de lo sociocultural y  eclecticismo.  

¿Y qué decir de la parte social y cultural?. El socorrido documento de los ciclos, explícitamente, ignora el componente sociocultural, porque Bloom centra su teoría en operaciones mentales: seis niveles de complejidad, tres dominios sicológicos: cognitivo, afectivo, sicomotor. El cromático parcelador, que la aludida Secretaría de Educación le entrega a cada maestro de Bogotá, excluye la escuela como  escenario de relaciones culturales, desdeña que es un foro abierto de negociación y renegociación cultural, como lo ha sostenido Brunner. Desconoce aportes como los de Eloísa Vasco y reconocidos académicos que, a través de sus investigaciones, en el país y concretamente en Bogotá, confirman que el buen maestro es aquel que conoce las condiciones socioculturales de sus estudiantes, es decir, es quien sabe ¿A quién enseña?. Abandona el sicodélico parcelador las mismas elaboraciones emitidas por la SED, en cuanto a la convivencia escolar, con un soporte conceptual: las Pedagogías Críticas.

Como si fuera poco –y eso que apenas me refiero al primer capítulo- los autores aluden a “el buen vivir”, pero en una referencia muy distinta a la que vienen impulsando las comunidades nativas suramericanas con el Sumak Kawsay, en lengua quichua: Buen vivir/ Vivir bien. En este proceso sí tiene cabida la involución, a partir de la ética, porque la ética -expresa Zibechi (2015, 331) recogiendo la experiencia del Buen Vivir en México, Bolivia, Perú, Ecuador y el Cauca, es imprescindible para cambiar el mundo. Ese proceso de involución, abyecto al retroceso y eclecticismo de los Ciclos, llevó a los líderes indígenas a “despojarse de muchas cosas aprendidas, para poder escuchar, para aprender a esperar…a servir en vez de dirigir… a obedecer en vez de mandar… a trabajar desde abajo… a trabajar en colectivo...a salir de la “zona del no ser” (de la que habló Fanon en Los Desposeidos de la tierra)…a tejer relaciones… a servir y no servirse…a representar y no suplantar…a proponer y no imponer… a compartir y no competir…a que el trabajo es una fiesta…el consenso es más importante que la democracia, para que la mayoría no ahogue a las minorías."

Ahora bien, en cuanto a la escuela se refiere, el Buen Vivir, difunde un modo de enseñar y de aprender de otra manera (distinto a enseñanza-aprendizaje): “sin aulas, sin currículo y sin la clásica división entre sujetos que enseñan y objetos que aprenden. Aprendemos haciendo, conviviendo, compartiendo los espacios y los tiempos de la vida cotidiana, desde la cocina hasta la milpa, la lectura de textos y las asambleas” ( Zubechi, 2015, 290). Es un movimiento que rechaza de plano la política del desarrollo, impulsada con la Alianza para el Progreso y la Mundialización de la  Educación, pilares de la teoría desarrollista de los años 60, donde se inscribe el aprendizaje conductista y el pensamiento positivista. Su propuesta es inversa: "Nos hemos organizado para volver a nuestro camino, al camino del equilibrio…para volver a nuestro origen” (Choquehuanca, 2010, 10) 

Hoy, como lo definió Carlos Eduardo Vasco en una ocasión, tenemos unos estudiantes postmodernos, unos maestros modernos y unos padres de familia que encarnan lo primero y lo segundo, incluyendo a los premodernos. En palabras de Margaret Mead, unas generaciones que conjugan la cultura prefigurativa, la cultura posfigurativa y la cultura cofigurativa. Es la cultura de los nativos digitales que no había en los años 60 y 70, los estudiantes de hoy son ciudadanos del mundo, no de la aldea, ni de la vereda, ni del barrio exclusivamente y para la enseñanza a esos sujetos la “herramienta importante para conocer la estructura y el proceso de aprendizaje” que esgrime la Secretaría de Educación de Bogotá, es incipiente, obsoleta, descontextualizada y lineal, en un mundo entrópico. La organización del currículo alrededor de conductas no cabe en los moldes de la escuela contemporánea. El eslogan “Yo he sido joven y tú nunca has sido viejo” quedó guardado en los anaqueles del aprendizaje conductual, porque los postmodernos le responden a los adultos: “Tú nunca has sido joven en el mundo en el que yo lo soy, y jamás podrás serlo”. La propuesta de Bloom, Gagñé, Walter Dick  e incluso Peaget, ya fue; pero intentar revivirla inyectándole aportes como los de Fals Borda,  Manfred Max Neef, pensamiento crítico y cognitivismo, no deja de ser una falta de rigurosidad académica, que desdice mucho de la entidad rectora de la educación en Bogotá y una optación por el eclecticismo rampante.       
    
Ambientes de aprendizaje

En la lectura espontanea del cosmético parcelador, en el capitulo 5, está consignado lo afín a los Ambientes de Aprendizaje. Al parecer a los autores se les pasó por alto, en la elaboración del Estado del Arte, consultar las precisiones que sobre ambientes de aprendizaje ha hecho el ministerio de Educación de Colombia, para todos los establecimientos educativos, probablemente pensando en las certificaciones de la calidad d ela educación.

En una publicación que aparece en este blog, con el título: Espacios y desespacios en los colegios públicos. Una interpretación a los ambientes de aprendizaje, se reseña pródigamente lo concerniente a los ambientes de aprendizaje, sobre la base de lo expuesto en la Norma Técnica Colombiana (NTC) 4595, ratificada por el ICONTEC, editada en el año 2000 y reeditada en el 2006 por el MEN, dentro del escuadre de la Revolución Educativa, époco muy lejana, en el tiempo, a la Reorganiación Curricular por Ciclos.

Según el contenido de la norma señalada, los ambientes de aprendizaje se clasifican en Ambientes Pedagógicos Básicos y Ambientes  Pedagógicos Complementarios. De los primeros, se desarrollan seis tipos de acuerdo con la actividad que se puede llevar a cabo en ellos y el número factible de personas en las distintas acciones. De ahí que se esboce los ambientes como los tipo A, B, C, D, E. No obstante esta referencia de rigor, para una entidad dependiente del Ministerio de Educación, como lo es la SED, no se tiene en cuenta; pero sus alcances, definen el ambiente de aprendizaje como: “un proceso pedagógico que se adapta a las necesidades y contextos particulares y sociales de las y los estudiantes”

En este ejercicio, asalta, al lector, la tentación de preguntarse si un salón de clase, una cancha, un laboratorio, una sala de informática, un sala de audiovisuales es un "proceso pedagógico", como lo es el aprendizaje, la fijación de la atención, la motivación, cuando literalmente son espacios, no procesos. También sorprende la idea de cómo los ambientes de aprendizaje, definidos por el MEN, “se articulan con los acuerdos institucionales y de ciclo”; y, ¿Cómo se puede hacer una “formulación e implementación”? Una pregunta para cada historia, evocando a Bertolt Brech, en el poema: Preguntas de un obrero ante un libro. ¿Quién paga sus gastos? Es una de las preguntas finales del poema.    

Le corro el cerrojo a este artículo acudiendo a preguntas, cual obrero de la educación, para saber ¿Qué piensan los demás colegas del Distrito, sobre la base del sicodélico parcelador, a sabiendas de que miles de educadores lo han recibido para leerlo y aplicarlo? Interpelo también a la jerarquía de la Secretaría de Educación, acerca de la descontextualizada de ese parcelador, hecho por agentes externos y legitimada por un reducido número de profesores, a quienes les pregunto si son conscientes de lo que está escrito y respaldado con sus nombres. 

No puede faltar, en esta provocación al debate fraterno, la pregunta para el sindicato acerca de su postura frente a esta política educativa del Distrito, recordando que la ADE, a finales del 70 y principios de los 80, luchó, heroicamente contra el Modelo de la Tecnología Educativa, impulsada por Pilar Santa María de Reyes desde el MEN y como Secretaria de Educación del Distrito Especial. Tenía claro la ADE y FECODE, pese a la escasa formación universitaria de su dirigencia -integrada por maestros de aula, no por directivos docentes como hoy- y a los precarios recursos finacieron, tanto para la orgnaización gremial,como para los maestros, porque apenas se estaba consolidando la asimilación al Estatuto Docente (los salarios no superaban el 30% del equivalente al 100% del grado 14 del decreto 2277), tenía claro que era un asunto de colonialismo intelectual.

La claridad política de los dirigentes sindicales -dsitinto al rol  de directivos que hoy ejercen- les indicaba que eran lapidarias esas políticas para la educación colombiana, porque habían fracasado en Corea y hasta en los mismos Estados Unidos. Sabían que políticas centradas en los objetivos conductuales, en la enseñanza-aprendizaje, en el Diseño instruccional de Bloom, en la triada: objetivos-actividades-evaluación, en la Reforma Curricular implementada por el MEN, potenciaban todo menos la pedagogía y en el pensar de los estudiantes y maestros. Pregunto también a las organizaciones políticas, que hacen presencia en la organización sindical, ¿Cuál es su postura frente a la política educativa de la Bogotá Humana, materializada en el sicodélico, cosmético y colorido parcelador titulado: “Reorganización Curricular por Ciclos: Ruta para la consolidación de planes de estudio, en el marco del currículo para la excelencia académica y la formación integral”

Por último, me pregunto si Corea del Sur al negarse a implementar el Modelo de la Tecnología Educativa influyó en ser hoy una potencia mundial; y, si Colombia al someterse a la imposición de las políticas multilaterales son las que la tienen en el atraso. Hago el cuestionamiento, porque en uno de lso documentos de la conocida Misión de Sabios, de hace 20 años, se comenta que enel decenio del 60, Colombia se perfilaba como una potencia para finales del siglo XX, mientras que, curiosamente, por Corea, los organismos económicos y hegemónicos no daban - como decían las abuelas- "ni un ají molido"
 
¿El por qué de esta la critica?

Julio Verne apuntaba, que la falta de confrontación de las ideas debilita el pensamiento y estimula la mediocridad. El punto de vista expuesto le apuesta a potenciar el pensamiento de los maestros. Criticar, aclaraba Antanas Mockus (1985, 65) refiriéndose a “La Reforma Curricular y el magisterio”, hace 30 años, “es sobretodo destacar lo que merece ser destacado, llevar a un primer plano y hacer visible aquello que, no apareciendo a primera vista, , es, sin embargo decisivo”

En esta racionalidad, la critica impugna el autoritarismo centralista de la Secretaría de Educación de Bogotá, rebate la desconfianza que la SED tiene, en la praxis, del saber pedagógico y didáctico de los maestros y sus capacidades; impugna también la pretensión de volver nuevamente al maestro un administrador de currículo. En la propuesta de la SED, se hace palmaria esa escisión entre quienes conciben, en detalle –tal como se ve en el cromático parcelador -la educación en su qué y en su cómo y quienes deben ejecutar lo así diseñado; es decir, entre programadores y asesores de la administración, por un lado y los educadores, vistos como objetos de la política, por otro.

Por supuesto que esta no es la única voz disonante en el sospechoso eco que hace la SED y el Ministerio de Educación, de una melodía que data de mediados del siglo XX. Los artículos de los primeros números de la revista Educación y Cultura son prueba fehaciente la critica permanente. El Movimiento Pedagógico Nacional y La Expedición Pedagógica Nacional, son apenas dos ejemplos masivos de las miles de manifestaciones que el magisterio viene haciendo, en busca de la autonomía en el ejercicio de su oficio, en procura de la dignificación y de una educación emancipadora del colonialismo de los organismos multilaterales y de la burguesía criolla, amantes de la privatización de la educación pública.

Desde fuera de la escuela hay también muchas voces que critican la hegemonía y los desaciertos de los planificadores y asesores latinoamericanos, con respecto a la implemenación de las polítcas educativas. Stephen Kemmis (1998, 210), Mario Narodowski (2015) y Raúl Cuero son tres ejemplos cercanos El primero, al referirse a las implicaciones para la escuela y la empresa, en el 4° Congreso de Investigación-Acción, Aprendizaje y Gestión de Procesos, realizado en Cartagena de Indias, en 1997, plantea: “Los maestros en sus escuelas podrían formar grupos críticos de investigación activa que vayan progresivamente incorporando estudiantes y otros miembros de las escuelas a una labor colaborativa de auto-reflexión. A nivel de sistemas, ésto significa, que los asesores, organizadores y supervisores de currículo deben devolver la responsabilidad de las políticas  educativas a los maestros  y a otros en el terreno... Tal es la naturaleza de la Investigación Acción emancipativa  como expresión de la ciencia crítica de la educación”

El segundo, desde hace decenios ha propuesto “devolverle a las escuelas y a los educadores las herramientas administrativas, financieras y pedagógicas para que tomen sus propias decisiones y sean ellos mismos los responsables del proceso educativo.” Cada escuela, ratifica el investigador argentino, debe ser un centro de innovación y propuesta que actúe para conseguir resultados de excelencia adecuando las estrategias pedagógicas y organizacionales a la población que atiende y rindiendo cuentas a la sociedad y a la comunidad educativa sobre lo que se hizo y lo que falta. “Propongo una revolución copernicana de la educación: el centro debe ser la escuela, el educador y los alumnos y no los funcionarios, los ministerios y las burocracias. Pero la escuela debe ser el centro de la Nación, no apenas del sistema educativo.”

Raúl Cuero (2012,92), uno de los científicos colombianos más destacadas en el siglo XXI, quien inicia su escolaridad en una escuela pública de Buenaventura, pasando un colegio de Quibdó y luego por la Universidad del Valle y hoy reconocido por sus aportes a la humanidad, señala que "la formación de los niños en edad preescolar es una responsabilidad de los padres y no de los profesores"; no obstante, las políticas educativas tienden a que la escuela se encargue, cada vez mas, de la formación familiar y del cuidado de los menores. 

Parafraseando el proverbio Africano: Los leones ya tenemos nuestros propios historiadores y las historias de cacería no quieren seguir glorificando al cazador, señor Secretario de Educación de Bogotá y señores asesores.
    
Algunas fuentes bibliografía 

ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ DC (2015) “Reorganización Curricular por Ciclos: Ruta para la consolidación de planes de estudio, en el marco del currículo para la excelencia académica y la formación integral”. Secretaría de Educación.
  CUERO Raúl (2012) Cómo ser creativo para triunfar. Bogotá DC, Interemdio editores.   
DELVAL, Juan (2013) La educación democrática para el siglo XXI. México, Siglo XXI
DIAZ V., Mario ( 1993) El campo Intelectual de la Educación en Colombia. Cali, Universidad del Valle.
 KEMMIS, Stephen (1998), citado por FALS BORDA, Orlando (compilador) Participación Popular: Retos del futuro. Santa Fe de Bogotá: Tercer Mundo Editores.
MARTÍNEZ B., Alberto el al (1994) Currículo y Modernización en Colombia.  Santafé de Bogotá Foro Nal. por Colombia
MEJÍA J., Marco Raúl (1989) Movimiento Pedagógico. Una búsqueda plural de los educadores de Colombia. Documentos ocasionales No 42. Bogotá , CINEP.
MOCKUS, Antanas el al(1994) Las fronteras de la escuela. Santafé de Bogotá, Universidad Nacional de Colombia-Colciencias.
MOCKUS, Antanas (1985) La reforma curricular y el magisterio. Bogotá, CEID-Fecode, Revista Educación y Cultura No 4.
NARADOWSKI, Mario (2015) www.revista.elarcondeclio.com.ar
OSPINA, William (1997) La franja amarilla, Bogotá DC,
RODRÍGUEZ, Abel y otros (2002). Veinte años del movimiento pedagógico 1982-2002. Entre mitos y realidades. Bogotá: Cooperativa editorial magisterio/ Corporación Tercer Milenio. También la revista Educación y Cultura, legado de esta acción de los maestros y maestras  de Colombia
 VASCO, Carlos Eduardo (1997) “La configuración teórica de la pedagogía de las disciplinas”. Santafé de Bogotá, Instituto para la investigación educativa y el desarrollo pedagógico —IDEP—, Revista Educación y Ciudad núm. 2.
ZUBECHI, Raúl (2015) Descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas emancipatorias. Bogotá DC, ediciones Desde Abajo. 

josé Israel González Blanco
Colegio Distrital Nuevo Horizonte, Bogotá, Colombia. junio de 2015.

sábado, 13 de junio de 2015

Fracaso escolar, grado sexto y filosofía del renacuajo...


El grado sexto y la filosofía del renacuajo

Richard H. Tawney, historiador critico, socialista, cristiano e impulsor de la educación de adultos, describía, en la primera mitad del siglo XX, la política de la igualdad de oportunidades como la “filosofía del renacuajo”. Comparaba las esperanzas de un miembro de la clase trabajadora de ascender socialmente, con las escasas oportunidades que tienen los renacuajos de llegar a convertirse en ranas. Por naturaleza, no todos los renacuajos se transforman en ranas. 

Podemos hacer la analogía con los estudiantes de grado sexto, motivo de nuestra reflexión, para formular la siguiente hipótesis: Los estudiantes de grado sexto pueden llegar a ser ranas, porque hacen parte de una población que ha experimentado un proceso de selección piramidal, en disimiles estanques y cuentan con una zona de Desarrollo Próximo –evocando a Vygotsky- dispuesta para ser potencializada por los docentes, en la lógica de la teoría del Andamiaje.

Volvamos a retomar algunos elementos de una reflexión anterior: La siembra y la cosecha en el grado sexto (19, 04 2015 en este blog) para recordar que los alumnos de este grado están en la Zona de Desarrollo Real, o si se quiere, en un desarrollo incompleto en el que necesitan la ayuda del adulto, para avanzar, cual infante que sabe montar en un triciclo y quiere aprender a montar en la bicicleta. La primaria es el triciclo y el bachillerato la bicicleta. El desarrollo real o proximal está en el saber montar triciclo o en los saberes de la primaria y del contexto; mientras que aprender a montar en bicicleta es la Zona de Desarrollo Potencial, para lo cual -reiteramos- requiere de la ayuda del adulto, es decir de los docentes y de los padres de familia, de tal modo que pueda moverse más rápido en el bachillerato, sin caídas y sin lesiones lamentables, como la perdida del asignaturas y la del año escolar. 

La pregunta entonces es si los profesores del Ciclo 3 y siguientes están apoyando decididamente y acompañando afectivamente el aprendizaje de los educandos, en la bicicleta; y, si los educadores de preescolar y primaria están afianzando el montaje en el triciclo, para que el ejercicio de pedalear la escritura, la lectura, la aritmética, los hábitos, el conocimiento del cerebro y los procesos sicológicos superiores, verbi gracia, la fijación de la atención o “la linterna encendida”- en la metáfora de ver al cerebro como una mesa de 4 patas, siendo la linterna la primera- y demás componentes del currículo formal, no genere traumatismos en el desveno de la bicicleta o en el proceso metamórfico hacia el ser ranas. Igual lo atinente a valores, hábitos y disciplina positiva, aquello que, según Yokoi Kenji, nos hace falta a los colombianos. A esta pegunta no puede ser ajena la familia.

Digamos entonces que, hasta ahora, tenemos en el enunciado una condición suficiente (q): para que los alumnos de sexto grado lleguen a ser ranas hay adversidades que se pueden superar si, y solo si, los adultos –condición necesaria (p)- en la interacción de la enseñanza–aprendizaje, dan más de lo que exigen, porque, en la teoría del Andamiaje: “la acción de quien enseña está inversamente relacionada al nivel de competencias de quien aprende”, según Bruner.

Acudiendo a Elie Wiesel, escritor, premio Nobel de Paz y sobreviviente de los campos de exterminio Nazi, en la comprensión de la locura, la enseñanza como la siquiatría siempre será un campo aproximativo, puesto que el profesional, tanto de la una como de la otra, nunca podrá ponerse en el puesto ni del alumno ni del maniático; de ahí que expresiones de los educadores sobre sus educandos, como: “son una porquería”, “son perezosos” “nos hacen las tareas”, “no ponen cuidado”, “les dice uno y no hacen caso”, “no asisten a clase”, “evaden a toda hora”, “son desordenados”, “son demasiado cansones”,  “quieren todo fácil y ni así”, “los papás no les ponen cuidado, son unos irresponsables”,  “no tienen normas de cortesía”, “son vulgares”, “groserísimos”, “no saben escribir”, “no les gusta leer”, “uno les dicta y no saben copiar”, “los pone uno a que lean un parrafito y no son capaces”, “para molestar si tienen habilidades”, “no quieren sino estar jugando a toda hora”, entre un largo etcétera, impugnan nuestro entendimiento para preguntarnos: ¿Esas manifestaciones acaso no son lenguajes que interpelan nuestro saberes, nuestro quehacer pedagógico y nuestra ética para actuar con a ellos, yendo más allá del señalamiento y de la queja? ¿Cómo podemos estar seguros de que la verdad de ellos no se encuentra en lo que nosotros llamamos su indisciplina o en sus “desequilibrios” infantiles? ¿todos estos epítetos no serán el nácar que cubre la perla y nuestra ceguera nos impide verla?   

No hay que confundir las causas de las cosas con las condiciones que las hacen posibles.

Los síntomas que exteriorizan los estudiantes, puestos en las expresiones declaradas por algunos educadores, afirman sus raíces en la familia y en el contexto; el ritual de la escolarización hace posible su ostentación. Estas expresiones, recordando a Ulises, son los cantos de sirenas, tarareados en el octavo mar y escuchados por los lobos, que piden ser guiados al paraíso de la Atlántida. Reculando la analogía de los renacuajos, las descomedidas expresiones aludidas son los cantos de sirena que la tripulación del barco llamado colegio y aula de clase no debe proferir, porque son mortíferas e n la complexión de la rana y en la guía de los lobos al paraíso del conocimiento. La pregunta ahora es por las condiciones que hacen posible o dificultan la metamorfosis, las condiciones que favorecen o declinan la zona de Desarrollo Potencial; las condiciones que auxilian el aprendizaje en el triciclo y en la bicicleta. Kafka decía que “las sirenas tienen algo más mortífero que su canción, y es su silencio”.

El popular pasaje de Helem Buclelin, sobre el "El niño pequeño", nos sitúa en un episodio de la cotidianidad escolar, que intima dos maneras de enseñar a montar en triciclo y nos conduce a preguntarnos cuál de esas formas de enseñanza es la que coadyuva con el aprendizaje a pedalear, en el triciclo y en la bicicleta. 

“Había una vez un niño que comenzó a ir a la escuela. Una mañana, la maestra dijo: “Hoy vamos a hacer un dibujo”. “¡Qué bien!”, pensó el pequeño. Le gustaba mucho dibujar de todo: vacas, trenes, pollos, tigres, leones, barcos. Sacó su caja de lápices y empezó a dibujar, pero la maestra le interrumpió: “¡Esperen! Todavía no he dicho lo que vamos a dibujar. Hoy, vamos a dibujar flores”. “¡Qué bien!”, pensó el niño. Le gustaba hacer flores, y comenzó a dibujar algunas muy bellas con sus lápices violetas, naranjas y azules. Pero la maestra intervino de nuevo: “¡Esperen un momento! Yo les enseñaré cómo se dibujan las flores”. Y tomando una tiza, pintó una flor roja con un tallo verde. “Ahora”, añadió la maestra, “pueden comenzar”. El niño miró la flor de la pizarra y la comparó con las que él había pintado. Le gustaban más las suyas, pero guardó silencio. Volteó la hoja y dibujó una flor roja con un tallo verde.

Otro día la maestra dijo: “¡Hoy vamos a modelar con plastilina!”. “¡Qué bien!”, pensó el pequeño. Le gustaba la plastilina y podía hacer muchas cosas con ella: víboras, hombres de nieve, ratones, carros, camiones. Empezó a estirar y amasar su bola de plastilina. Pero, al momento, la maestra interrumpió: “¡Esperen, aún no es tiempo de comenzar! Vamos a hacer un plato”. “¡Qué bien!”, pensó el pequeño.

Le gustaba modelar platos y empezó a hacerlos de todas formas y tamaños. Entonces la maestra le detuvo de nuevo: “¡Esperen, yo les enseñaré cómo!”. Y les mostró cómo hacer un plato hondo. El pequeño miró el plato que había hecho la maestra, y luego los que él había modelado. Le gustaban más los suyos pero no dijo nada. Sólo modeló otra vez la plastilina e hizo un plato hondo, como la maestra había indicado.

Muy pronto el pequeño aprendió a esperar a que le dijeran qué y cómo debía trabajar, y a hacer cosas iguales a las de la maestra. No volvió a hacer nada por sí solo.

Pasó el tiempo, y el niño y su familia se mudaron a otra ciudad, donde el pequeño tuvo que ir a otra escuela. El primer día de clase, la maestra dijo: “Hoy vamos a hacer un dibujo”. “¡Qué bien!”, pensó el pequeño, y esperó a que la maestra le dijera lo que había que hacer, pero ella no dijo nada. Sólo caminaba por el aula, mirando lo que hacían los niños. Cuando llegó a su lado le preguntó: “¿No quieres hacer un dibujo?”. “Sí”, contestó el pequeño, “pero, ¿qué hay que hacer?”. “Puedes hacer lo que tú quieras”, dijo la maestra. “¿Con cualquier color?”, preguntó él. “¡Con cualquier color!”, le respondió la maestra. “Si todos hicieran el mismo dibujo y usaran los mismos colores, ¡cómo sabría yo lo que hizo cada cuál!”, añadió. El niño no contestó nada, y bajando la cabeza dibujó una flor roja con un tallo verde."

Algunas consideraciones en la acción pedagógica con los sextos

1. No hay duda, que tenemos unos niños y una niñas muy pensantes, que esperan que les apostemos a su cuidado, desde todos los aspectos que recoge la educación integral, que esperan más diálogo con sus acudientes y que nos reconciliemos con sus nombres, con sus formas de ser, con sus expectativas, con sus sueños.
2. Escribir la experiencia sobre el discurso pedagógico y sobre la práctica pedagógica, como maestros, lleva consigo el reconocimiento de la lectura de diversos lenguajes que generan reflexión, ya que sin ellos es muy difícil pensar lo que realmente es la responsabilidad moral, ética, política y pedagógica en el quehacer de la escuela, con los niños, las niñas y adolescentes que llegan a ella. “Uno no aprende de la experiencia, uno aprende de la reflexión sobre la experiencia" enseñó  J. Dewey.

Vistas así las cosas, surgen interrogantes como los siguientes:
1.     ¿Cómo articular intereses, saberes y didácticas tendientes a elevar la capacidad de aprendizaje de los estudiantes de grado sexto?
2.     ¿Qué y cómo evaluar el proceso de enseñanza - aprendizaje?
3.     ¿Cómo abordar el “conocimiento” con los niños y niñas, desde nuestro saber disciplinar, teniendo en cuenta las asignaturas y el valor de dicho conocimiento en la resolución de los conflictos personales, familiares y grupales?
4.     ¿El currículo formal, establecido en el colegio, está contribuyendo con la llamada “formación integral” de los estudiantes?
5.     ¿Qué papel está jugando el currículo oculto en el proceso de aprendizaje de los estudiantes de grado sexto?
6.     ¿La actual articulación de enseñanza de los estudiantes de Primaria y la Educación Básica Secundaria, está contribuyendo con la permanencia, la Adaptabilidad, la Aceptabilidad y la Calidad de la educación?
7.     En el proceso de escolarización, tanto de la primaria como de bachillerato, se está teniendo en cuenta la teoría del Andamiaje, cuyo postulado sustancial tiene que ver  con que en una interacción de tipo enseñanza–aprendizaje, “la acción de quien enseña está inversamente relacionada al nivel de competencias de quien aprende”?
8.     ¿Expresiones como las registradas, usadas para referirse a los sujetos que aprenden, ennoblecen a los sujetos que enseñan? ¿En qué lugar del discurso pedagógico se localizan? ¿Son un acontecimiento de la práctica pedagógica que le permite a un maestro entrar en contacto con el conocimiento disciplinar, con los valores y con la potenciación de las emociones del aprendiz y del enseñante? 
9.     Como la mejor crítica a un río es construirle un puente, desde Orientación Escolar y a partir de la clase de Ciencias Sociales, se viene realizando una acción pedagógica, a partir el mes de febrero, erigida a sobre algunas problemáticas detectadas en un seminario de Derechos Humanos, realizado a finales del citado mes del año en curso. Son problemas que está afrontando la escuela contemporánea, que de una u otra manera afectan su dinámica y ante lo cual no se puede ser indiferente. La trata de personas, las Madres  de la Infancia, el Consumo de psicoactivos, lo Falsos Positivos, el Matoneo, el Reclutamiento Forzado, la violencia intrafamiliar, barrial, escolar y social, entre otros, son preocupaciones de directivos, educadores, estudiantes y padres de familia.
Sumado a lo expuesto están las preguntas acerca de:¿Qué están pensando los niños y las niñas de grado sexto? Y ¿Cómo están percibiendo a sus docentes, a los padres de familia y al nuevo estanque, retornando a la jerigonza del anfibio?

 “El lenguaje audiovisual, medio para afirmar valores... 

A raíz de la preocupación de algunos profesores, sobre la base de la experiencia el año 2014, con los grados  sextos, donde se manifestaron pocas posibilidades de trabajo en razón  a la aguda “indisciplina”; al bajo estado de ánimo del docente por querer estar allí, así con el alto grado mortalidad académica que se produjo: Del 100% de los alumnos matriculados perdieron el año 42 educandos, aproximadamente el 25% y la deserción cercana al 10%.

Lo mínimo que una institución debe hacer, ante un desolador panorama como el aludido, es interrogarse, a través de los órganos del Gobierno Escolar, de las áreas, de las coordinaciones, la orientación escolar y de los educadores, tanto de primaria como del bachillerato; los primeros, preguntando por la cosecha que ingresó al colegio o, por los renacuajos, en la analogía de los anfibios, y los segundos por su papel en el proceso metamórfico de los anfibios o de su papel en el ejercicio de la bicicleta. Claro que los más llamados a cuestionarse son los gobernantes, impulsores de unas políticas sociales y educativas que cada vez revelan su fracaso.  
 
En esta lógica socrática, Orientación Escolar y la profesora de Ciencias Sociales, de los grados sexto, asumimos, en un primer momento, la tarea de conversar con los estudiantes, con los padres y madres de familia, a través de reuniones, así como de abordar, con los niños y niñas en mención, un juego de videos seleccionados a la luz de las preocupaciones de  las directivas y  docentes, por un lado, pero también emergentes de los encuentros con los padres de  y madres de familia, por otro. Es de anotar que por parte de las directivas, de los profesores y de los padres no hay objeción alguna, al contrario se generan expectativas.

Los contenidos del material audiovisual atienden, entre otras temáticas: situaciones reales del parto de adolescentes en el hospital, la consecuencias de la ingesta de chicle, el consumo de comida chatarra y sus consecuencias, los hábitos de alimentación sana, la procedencia de la carnes, el valor de las legumbres con arroz integral, la responsabilidad y normas frente a la escuela, el amor por los padres y madres, el medio ambiente, la historia del colegio, el papel del estudiante en el colegio, el consumo de sustancias psicoactivas, la proyección como persona a una edad entre 30 y 40 años, entre otros asuntos.

El ejercicio aborda las diversas problemáticas de nuestros niños y niñas en la impronta del currículo oculto; unas relativas al comportamiento, otras, a la existencia de hábitos que poco favorecen el aprendizaje y algunas relativas a los discernimientos en la dinámica familiar, altamente vulnerables, permitiendo observar, hasta el momento, las siguientes posturas valorativas de los y las estudiantes:

1.     Empatía y fortalecimiento de la atención, por cuanto los temas son muy cercanos a ellos y a ellas, despiertan gran interés y reflexión a la hora de ser afrontados y  contextualizados; es decir, es pertinente el trabajo pedagógico por proyectos, como lo recomienda Dewey.
2.     Se mantiene el aula organizada con un ingrediente poco común: el reclamo de la mayoría de los estudiantes por el silencio, para poder escuchar y percibir los contenidos del audiovisual, lo que indica que es posible la autorregulación y el perfeccionamiento de la fijación de la atención.
3.     Recapitulan perfectamente el contenido del video, porque el enseñante hace del contenido del filme un hipertexto en el que tiene lugar al lectura intratextual, intertextual e interdisciplinaria. 
4.     Se sienten motivados a escribir un comentario de lo que trató el video, pero lo grandioso de este ejercicio son algunas de las reflexiones, juicios de valor, reinterpretaciones y miradas que  surgen tan únicos como cada niño y niña lo es. Los niños interrogan el lenguaje audiovisual, le dan su propio sentido, no ocultan el gusto y la alegría que les causa, ante un salón de clase cuya única didáctica es la voz del profesor, el inamovible tablero y la desteñida tinta del marcador. En palabras de Josette Jolibert (1995, 9): el estudiante encuentra placer en “interrogar y producir textos”, lo que suscita el desarrollo auténtico de la comunicación, la competencia lingüística y la realización personal. Enseguida se visibilizan algunos textos desenmarañados de los videos.

Los estudiantes a medida que accedían a los documentales hacían sus registros, reflexiones e ilustraciones de los mensajes en el cuaderno; luego, compartían las producciones con sus pares y fuera del colegio hacían lo propio en el hogar. Todo este material se ha puesto en manos de los docentes de primaria y bachillerato, para discutir y avanzar en la consecución de propuestas que coadyuven con el mejoramiento de la enseñanza y del aprendizaje, a partir de la puesta en común de las reflexiones escritas que den cuenta de las didácticas utilizadas y sus resultados. En la racionalidad de las pedagogías reconstructivas estamos ante la competencia pedagógica, en el entendido de ser “una competencia comunicativa, especialmente desarrollada en cuanto a las posibilidades de suscitar y adelantar procesos de discusión racional, de involucrar de manera afortunada el saber socialmente decantado por escrito y de apoyarse en la discusión y en la tradición escrita para reorientar o reorganizar la acción, valiéndose básicamente de su desplazamiento” (Mockus et al, 1994, 18)

Para no hacer tan denso este artículo, transcribimos apenas los aportes de una de las 20 sesiones tratadas con los educandos, sobre el tema: el embarazo de uan niña de 8 años, producto de una violación. Al respecto apuntaron: “No hay que confiar ni en la propia sombra”, “uno primero debe tener un futuro y así tener hijos.”, “Que uno no debe dejar embarazarse de un hombre que no responde”, “tenemos que superar cualquier prueba y problema que se nos presente”, “¿Por qué alguien puede hacerse eso a una niña de tan solo ocho años? se le tiran a uno la vida?”, “debemos dejar a nuestros padres estar pendientes de nosotros. “Que no debemos dejarnos.”, “no debo irrespetar a las mujeres”, “uno debe cuidarse y no abrirle a nadie”,  “no debemos dejar a nuestras hermanas solas”…
Todo este variopinto de escenarios cada vez más nos inquieren sobre el sentido de lo pedagógico; pero “lo pedagógico como saber y como práctica; lo pedagógico como lo que permite a los maestros entrar en relación con el conocimiento; lo pedagógico como acontecimiento social susceptible de ser descrito en su especificidad histórica”, evocando el pensamiento de Olga Lucía Zuluaga (1999, 17). Si queremos que los estudiantes en cuestión, los que anteceden y los que están en grados superiores,  dejen de ser una porquería, superen la pereza, hagan las tareas, pongan cuidado, acaten las indicaciones, no evadan clase, sean ordenados, no sean cansones, los estimule lo difícil y lo fácil, tengan pautas de cortesía, sean cultos y no vulgares, lean no para el profesor, escriban y no copien solamente, jueguen con el conocimiento como disciplina negativa y no impugnadora, entre otras demandas, es urgente replantear algunas didácticas, aplicar el postulado de la teoría del andamiaje y adentrarnos en el método pedagógico de proyectos, que dista bastante del concepto de proyectos que hoy se maneja en los colegios, dado que su enfoque, aunque se bautizan como proyectos pedagógicos transversales, su esencia está dada mas desde la técnica empresarial,  que desde la pedagogía.

Los fundamentos del método de proyectos, según su creador, John Dewey (1963, 56), se hallan en la filosofía de la vida, en la filosofía pragmática, en la que el estudiante sea sujeto activo y no pasivo en el proceso. En esta perspectiva, el proyecto debe emerger de la realidad de los educandos y no de la ley ni del exclusivo deseo de los adultos. Vistas así las cosas, el método de proyectos parte de una “situación auténtica de experiencia, una actividad continua en la que el alumno esté interesado por su propia cuenta”. Dentro de la situación se debe desarrollar un problema auténtico, como un estímulo para el pensamiento. El alumno, inmerso en la situación y en el desarrollo del problema, maneja información y le corresponde hacer las observaciones necesarias para afianzarla. Las soluciones sugeridas se le ocurren al escolar “lo cual le hará responsable para desarrollarlas de un modo ordenado". Finalmente, el educando tendrá “la oportunidad de comprobar las ideas, por su aplicación, para aclarar su sentido y descubrir por si mismo su valor”.

El método de proyectos, sendero para los pedalistas...

Retornemos al sembradío, a reconocer los frutos recolectados en la cosecha y a pensar en la mejora de la misma. Dicho de otro modo, en la reflexión se han puesto en escena una serie situaciones que afectan la calidad y la cantidad de la cosecha del grado sexto de muchos colegios de Macondo, incluso de países desarrollados como Inglaterra, donde se estima, según George Steiner (2011, 154), que “las habilidades lectoras de un adolescente que termina el colegio son las de un niño de 11 años”. La situación también deja entrever un sinnúmero de potencialidades y alternativas que pueden cualificar la semilla, el sembradío, los medios, a los labradores, a los pedalistas del triciclo y de la bicicleta, lo mismo que a los renacuajos y a las potenciales ranas. 

“En la lucha entre uno y el mundo, hay que estar de parte del mundo”, apunta Kafka. El mundo son los niños y las niñas y, en ese estar de parte de ellos y ellas, los videos han conferido el encuentro con ciertas problemáticas, que de no ser tratadas siguen accidentando el proceso escolar, tal como se evidencia en esta experiencia. Son situaciones auténticas del ejercicio, tanto de maestros como de alumnos, que estimulan el pensamiento y cuyas soluciones se le ocurren al enseñante y al aprendiz; no obstante, al presentarse la oportunidad de comprobar lo aprehendido fluyen preguntas cómo: ¿Por qué si para los escolares quedó claro que el chicle no es saludable para existencia, lo sigue consumiendo una minoría? Elizabeth Lukas (2001, 19), filosofa y sicoterapeuta, nos dice al respecto: “porque el poder de los malos hábitos lo impide, porque, instalada en el bienestar, la psique se vuelve perezosa y, a falta de un motivo de cambio sólido –como una presión dolorosa fuerte –corrompe las mejores intenciones”; dicho de otro modo: porque el estilo de vida equivocado todavía no duele lo suficiente. Romper los “malos hábitos” es condición sine qua non, para que la potentia y el actus fluyan en nuevos hábitos.

Preguntas como esta y otras que emergen de la cotidianidad escolar, en la interrelación con los educandos, lo mismo que el contenido de las respuestas, son un detonante para iniciar la metodología de proyectos en Ciencias Naturales y Ética, alrededor de la Bioética, por citar un ejemplo. No solo actuamos en función de lo que somos, sino que somos en función de lo que actuamos, asevera Víktor Frankl (1987), en El hombre doliente. El somos está afirmado en la potencia, esa potencia o potentia -como la denominaba el siquiatra en mención –en la interacción con el medio y con los congéneres se transforma en actus y el actus en habitus o hábitos. Ahí tenemos otro proyecto pedagógico a desarrollar con nuestros escolares, alrededor de esos hábitos poco salubres, recogidos en las expresiones transcritas atrás, advirtiendo que renunciar a un hábito resulta difícil a largo plazo, pero sustituir un habito por otro sólo es difícil a corto plazo, de ahí el valor del proyecto pedagógico. La experiencia de vida nos ha enseñado que se aprende más teniendo que avanzar con el viento en contra que con el viento a favor, empero añoramos la zona de confort.

La lectura y el dibujo son actus recurrentes en los educandos que desarrollan de manera ordenada. Les gusta dibujar y les gusta que les lea el profesor con entonación, mímica, pasión, despertando el asombro. Se resisten a que un niño haga las veces de profesor en el ejercicio de leer para todos, porque “no saben leer como el profe y se pierde lo bonito de la lectura”. El dibujo expresa la potentia mental y emocional del educando, de ahí la importancia de generar proyectos pedagógicos alrededor de estos actus con los estudiantes desde Primera infancia hasta la universidad, incluyendo la formación de maestros in situ o en los extramuros. Los ejercicios de concentración físicos y mentales, posteriores al conocimiento del funcionamiento del cerebro, son otros asunto tratados con los anfibios potenciales ranas y de lo cual daremos cuenta en otra publicación, en este blog, sobre el fracaso escolar de los estudiantes de grado sexto.    

Algunas referencias
DEWEY, John (1963). Democracia y Educación. Una introducción a la filosofía de la educación. Buenos Aires: Losada S.A.
FRANKL, Víktor E. (1987) El hombre doliente. Barcelona, Herder.
LUKAS, Elizabeth (2001) Pa vital, plenitud y placeer de vivir. Los valores de la logoterapia. Barcelona, Pidós.
JOLIBERT, Josette (1995) Formar niños lectores de textos. Santiago de Chile, ediciones Dolmen Estudio.
MOCKUS, Antanas et al (1994) Las Fronteras de la Escuela. Santafé de Bogotá, U. Nacional de Colombia.  
STEINER, Georg. (2011) Los libros que nunca he escrito. Barcelona, Ediciones Siruela.
WIESEL, Elie (1987) El crepúsculo, a lo lejos. Bogotá, editorial Norma
ZULUAGA G., Olga Lucía (1999). Pedagogía e historia. Santafé de Bogotá, Antropos.
José Israel González B., Docente -Trabaajdor social.  María del Pilar Herrera, docente de Ciencias Sociales.

Bogotá DC, colegio Distrital Nuevo Horizonte, mayo, 9 de 2015