domingo, 13 de septiembre de 2015

Evaluación Diagnóstica Formativa, Pedagogía, Ética y Didáctica

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La Evaluación Diagnóstica Formativa: Pedagogía, Ética y Didáctica

“Sin valoración la nuez de la existencia está vacía. Escuchad, pues, vosotros que sois creadores"

En un artículo anterior sobre la evaluación, muy polémico por cierto, adelanté una reflexión haciendo la analogía entre la evaluación de los pedagogos y la Revisión Técnico Mecánica, contenida en el Código de Tránsito. Hoy, conocido el acuerdo entre el MEN y Fecode, llamo la atención acerca de la Pedagogía y la Didáctica en el nuevo arquetipo de evaluación. Se ha dicho bastante sobre el para qué, se ha declarado mucho respecto a los instrumentos, se ha enaltecido el triunfo sobre la evaluación de competencias, incluso se ha llegado a colegir que con esta conquista “ nadie pierde”, que “todos seremos ascendidos”, porque si no pasa con el vídeo, lo logrará con el curso o volviendo a participar a posteriori. ¿Algo mejor al 230 donde perdía hasta el 5% de los estudiantes? ¿Una situación parecida al 1290 en la que el plan de recuperación no es un curso sino otro tipo de actividad, pero en la que el alumno no va a ganar a fija? O, retornando la analogía de los automotores, el propietario del vehículo hace todos los arreglos previamente, lo lleva al Centro de Diagnóstico y si no pasa la revisión, tiene un plazo perentorio para hacer los ajustes y presentarse nuevamente para su aprobación?  
Para Nietzsche las cosas no tienen valor, es el ser humano quien les da valor según sus actos. En el caso de la Evaluación Diagnóstica Formativa, el maestro, los estudiantes y el establecimiento le darán el valor a ese acto permanente. Valorar no es calificar, “valorar es crear”, en la axiología nietzscheana. Quién crea, en Zaratustra, en la propuesta antropológica nietzscheana, es el niño, no el “hombre león” y menos el “hombre camello”. En nuestro caso, el niño lo encarna el maestro, los estudiantes y demás agentes inmiscuidos en la evaluación, son ellos quienes crean y quienes evalúan, la pregunta será entonces ¿Qué se crea en la Evaluación Diagnóstica Formativa? ¿Qué se valora en la Evaluación Diagnóstica Formativa?
¿Qué se valora en la Evaluación Diagnóstica Formativa?
Se puede valorar antes y después de crear, porque el proceso creador, en su etapa de gestación (intuitiva, abductiva, combinatoria…), está cruzado totalmente por la dimensión afectiva emocional: “Todas las formas de representación creadoras encierran, en si, elementos afectivos”, afirma Vygotsky. El acto creativo, según Poincaré y Wallas, pasa por las fases de: preparación, incubación, iluminación y verificación. El valor que le corresponde a la Evaluación Diagnóstica Formativa es un valor ético y pedagógico. Nada que ver con el ejercicio que se lleva a cabo en los Centros de Diagnóstico para automotores, sin negar que ese ejercicio también está cruzado por la praxis axiológica. El valor ético está en no caer en la superflua y reducida concepción de la máxima maquiavélica, que desdibuja el contenido de El Príncipe: “el fin justifica los medios”, salvo que, el evaluado y el evaluador, usen todos los métodos necesarios para conseguir “el objetivo máximo de bienestar del pueblo y el estado”, léase, del bienestar de la comunidad educativa y de la educación pública, más no meramente el ascenso y la mejora salarial.
En la relación fines y medios, Gandhi asigna una coherencia moral entre los primeros y los segundos; para Él, los medios representan ya un fin en sí mismo y deben ser tan puros como el objetivo final. “Los medios impuros dan como resultado fines impuros”, aducía refiriéndose al socialismo, que según su propia versión requiere medios cristalinos para ser cristalino. Lo éitco debe ser el Norte de los pares en la brújula de la evaluación, en la aplicación de los instrumentos, en la acción de los estudiantes y demás agentes inmersos en el proceso y en el manejo de los resultados y sus contenidos. “Escuchad, pues, vosotros que sois creadores", subraya Nietzsche.
Ahora bien, en lo atinente al valor pedagógico, se debe ser ético en que el acto sea verdaderamente pedagógico, pero no de cualquier rmanera, porque con ese enrarecimiento en que se halla la pedagogía y lo pedagógico, cualquier cosa vale, máxime, si tenemos en cuenta el dominio del paradigma postmodernista. En este sentido, la Evaluación Diagnóstica Formativa convoca al magisterio a reconocer la cultura pedagógica, la pedagogía, las vertientes, los métodos y las elaboraciones, particularmente las de Macondo, muy ligadas al Movimiento Pedagógico. El reconocimiento de las tendencias pedagógicas será un soporte para la discusión clara, fresca y documentada en el proceso evaluativo y fuera de él; porque puede darse que la postura pedagógica de los pares sea dominante y la del evaluado recesiva. 
¿Qué pasa, por ejemplo, si la práctica pedagógica de un maestro tiene sustento en la pedagogía tradicional y los pares son de las Pedagogías Críticas o viceversa? ¿Qué ocurrirá si el vídeo prueba una clase de matemáticas orientada desde el constructivismo y los pares deslegitiman esa manera de enseñar? ¿Qué le sobreviene a un orientador que enfoca su accionar desde el sicoanálisis y los pares son conductistas? ¿Qué sucede  si la práctica de un directivo docente, en el ejercicio del poder y de la comunicación, es unilateral y la de los pares es participativa y democrática? ¿Qué acontece si el docente no cuenta con una formación en pedagogía y tiene pocas nociones explicitas de la misma, pero maneja muy bien el saber-cómo, tal como le acaece al sujeto que sabe hablar y escribir muy bien, sin tener ninguna formación en el campo del lenguaje?  ¿Y, qué pensar del saber pedagógico del dirctivo sindical y su actitud en la Evaluación Diagnóstica Formativa? El asunto no es de forma, tampoco procedimental y menos aún instrumental, es de fondo y de criterio ético.
¿Qué se crea en la Evaluación Diagnóstica Formativa?
Se ha creado expectativa, confusión, esperanzas, resistencias, reparos, desencanto, incertidumbres, inconformidad, certidumbres y se ha llegado a decir que inequidad. Considerables eventos declarativos y bastantes juicios de valor, que nos deben llevar a elevar esas posturas, a "pensar por si mismos", a "pensar en el lugar del otro" y a "ser consecuentes", como nos lo legó Estanislao Zuleta. La Evaluación Diagnóstica Formativa crea un vínculo nuevamente con la pedagogía y pone en la agenda pública el debate sobre ese saber disciplinar. “La pedagogía no puede limitarse a reflexionar sobre la enseñanza, porque esa reflexión constituye sólo una parte de la didáctica, tampoco puede limitarse la reflexión pedagógica a la relación maestro-alumno(s) y a sus mediaciones, principalmente al trabajo, al lenguaje y a la interacción (la que comprende a su vez el poder y la afectividad), sino que debe que tener en cuenta también los micro y macroentornos de la práctica pedagógica, los modos de articulación, de esa práctica con otras prácticas y con los distintos saberes en el sistema social en el que ocurren o circulan.” (Vasco:1999, 107)

¿Qué lugar ocupan los micro entornos y los macro entornos en los instrumentos de la Evaluación Diagnóstica Formativa? ¿Qué valoración adquieren los Ambientes Básicos de Aprendizaje y los Ambientes Complementarios, contenidos en la Norma Técnica Nacional 4595 del MEN? ¿Qué estatus tiene el diagnóstico, soporte para el pronóstico o para lo formativo? El video, al parecer, se ocupará sencillamente de la enseñanza de una clase acicalada, donde todos los agentes inmersos, al menos en los primeros minutos, presentarán un comportamiento convencional, ideal, tensionante, muy poco natural. Esa clase que se graba es sólo una parte de la didáctica; es apenas una forma de relación del maestro con un grupo de alumnos, en un lugar determinado, en un tiempo asignado, con un tema específico, no es representación de la cotifdianidad escolar. Es, en términos estadísticos, una muestra aleatoria del universo de su quehacer educativo. ¿Y la articulación, de esa práctica con otras prácticas, con otros espacios y con los distintos saberes en el sistema social en el que ocurren o circulan, dónde queda?

El profesor Carlos Eduardo Vasco (1999, 151), en el debate con el Grupo de las Prácticas Pedagógicas), particularmente con el profesor Alberto Martínez Boom, esboza que la pedagogía no se puede reducir tampoco a la reflexión sobre la palabra del maestro, porque se estaría privilegiando excesivamente una sola de las mediaciones de las relaciones pedagógicas: la relación por el lenguaje, en detrimento de otras relaciones, de esa relación, como el trabajo, el poder, la afectividad, al menos tan importantes como el lenguaje mismo. “Hablar sólo de la palabra ocultaría aspectos tan importantes de la semiología general como el leguaje gestual y la pragmática general, ya sea universal o culturalmente específica, y ocultaría además la configuración del microentorno del alumno por parte del maestro, aspecto muy importante de las prácticas de enseñanza.”

El video privilegia la palabra del maestro y su valor llega al 80%. A los estudiantes, actores principales en el proceso de Evaluación Diagnóstica Formativa de sus maestros, se les deja una mínima participación formal: 5%. Ellos, pese a su minoría de edad, en términos kantianos, tienen elementos de juicio mejores que muchos de los posibles pares, acerca de nuestro quehacer. No faltará una que otra fisura afectiva en las relaciones con ellos, que pueda desviar la subjetividad, pero eso es salvable con el dialogo franco. En esta discusión sobre el objeto de la pedagogía y el quehacer del maestro, la extinta profesora Eloísa Vasco, discute con Martínez Boom el rol de los alumnos, de los saberes y del aprendizaje. “No puede mirarse al maestro, su identidad, su saber, en aislamiento de otro sujeto que necesariamente entra en relación con él y comparte su espacio”. Su “espacio pedagógico”, evocando a Mario Osorio (1994, 29). El enseñar es una práctica propia del saber del maestro y el aprender una práctica propia del saber del alumno. “El alumno, prosigue Eloísa Vasco (1999, 133), también establece sus propias relaciones con el saber, también lo percibe, lo transforma y lo apropia, también tiene una práctica del saber desde el aprender”. Pareciera verdad de Perogrullo: la escuela carece de sentido sin educandos y sin el aprender, igualmente, lo carece sin el maestro y sin el enseñar.   

Ligado a esta discusión sobre el quehacer del maestro y sobre el rol del estudiante, en la Evaluación Diagnóstica Formativa, se hace otro reconocimiento a la pedagogía en tanto que interpela al Proyecto Educativo Institucional, opacado con la sustracción de autonomía a los centros escolares y por las imposición de las políticas educativas. El PEI es el reflector que le permite a los pares ver, en escena, en el caso que nos ocupa, al maestro candidato a ser ascendido en el escalafón. Otra posibilidad de interlocución de la pedagogía, más allá de las prácticas educativas institucionalizadas en la que la escuela es sobrestimada (lugar donde se hará el vídeo), subyace en la posibilidad de evaluar a los directivos docentes, orientadores y dirigentes sindicales del 1278 (por ahora) in situ y con los mismos criterios, componentes, aspectos e instrumentos contenidos en el acuerdo para los maestros de aula. Esta acción reconoce la existencia, en el currículo formal, de unas prácticas educativas directas o prácticas educativas concretas cotidianas y, también, unas prácticas colectivas en el espacio público o prácticas donde se da el lugar social de la comunicación humana.

Pueda que desde el punto de vista salarial y gremial este acuerdo no satisfaga los intereses de todos nosotros. En eso estamos de acuerdo. Pero desde el punto de vista pedagógico considero que hay elementos para rescatar, discutir y darle forma y fondo en el aquí y en el ahora. Igualmente, es deber de cada uno de nosotros, en el colegio y fuera de él, estimar cuál va a ser nuestra participación en esta convocatoria para apoyar a los colegas candidatos a la evaluación, porque –como algunos lo pregonan- no está difícil; no obstante, el que sea una norma transitoria facilita a los gobernantes hacer ajustes, para los próximos años, incluso para cobijar con la Evaluación Diagnóstica Formativa a los maestros del 2277, dado que esa normatividad está latente. La Evaluación Diagnóstica Formativa, a semejanza de la reforma currícular, pareciera ser una evaluación "a prueba de maestros". “Sin valoración la nuez de la existencia está vacía. Escuchad, pues, vosotros que sois creadores"

Le corro el cerrojo a esta reflexión, en primer lugar, advirtiendo que en la próxima entrega me ocuparé del Diagnóstico en la  Evaluación Diagnóstica Formativa. En segundo lugar, recordando a los criticastros aquella sentencia de Nietzsche que a la letra dice: “Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”. Y, por último, convocando a los lectores de este artículo a que si estamos aquí seamos nosotros mismos. “No puede ser que estemos aquí para no poder ser”, escribía Julio Cortázar.

Algunas fuentes documentales.

DIAZ V., Mario ( 1993) El campo Intelectual de la Educación en Colombia. Cali, Universidad del Valle.
GANDHI, Mahatma (1987) Mi socialismo,Argentina, La Pléyade.
MARTÍNEZ BOOM, Alberto (1999) Pedagogía Discurso y Poder, Bogotá, CORPRODIC.
NIETZSCHE, Friedriich (1978) Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza editorial.
OSORIO, M. (1990). Pedagogía: la ciencia del educador. Brasil: Livraria UNIJUI Editora.
VASCO, Carlos Eduardo (1999) Pedagogía Discurso y Poder, Bogotá, CORPRODIC.
VASCO MONTOYA, Eloísa (1999) Pedagogía Discurso y Poder, Bogotá, CORPRODIC.